
Pienso en ti y
¡ Dan ganas de llover !,
de llenar de nuevo tu cauce,
ahora seco y esteril.
De tus fuentes, antes,
manaba agua pura y cristalina,
ahora,
hasta el musgo de las rocas
se ha secado
y el arroyo, sediento,
espera impaciente ser anegado.
Yo, como el mar,
miro las huellas que has dejado
en tu lecho
y espero paciente,
seguro,
porque se que las lluvias
antes o despues llegarán,
que de tus fuentes,
a borbotones manará
el agua nuevamente,
que los arroyos bajarán,
alegres y saltarines,
a llenar tu cauce.
Y lentamente volverás a mi,
y yo, como un inmenso delta,
extenderé mis brazos y te acogeré
y nuestras aguas se mezclarán
para confundirse en
un mar de amor.
Porque no puede ser de otra forma,
los dos lo sabemos,
ese es tu destino y el mio.
7 comentarios:
Precioso y esperanzador poema. Y es que en el amor siempre se espera lo mejor, y así se obtiene. Abrazos.
Si, tal como dices, el rio no puede evitar volver a su cauce y quien se lo impida peor, porque se lo llevará por delante un día u otro, su destino es el mar y aunque se resista, siempre volverá a el porque están hechos el uno para el otro.
Precioso simil chico vitaminado.
El agua siempre fluye hacia su destino, es inevitable.
Precioso poema, vitaminado.
Precioso. Gracias
Lindo poema, pasado por agua, pero bello. Un beso.
La vida nos pone diques muchas veces, y para cuando el rio recupera su curso, más allá solo quedan tierras secas y agostadas. Creeme, no hay semilla que pueda aguardar la lluvia eternamente. O al menos esa es mi experiencia, ojalá en tu caso las palabras hermosas sean una premonición.
Un abrazo, amigo.
Alguna vez puse algo similar sobre causes desbordados...
me has superado... tus causes resultaron más hermosos que los mios....
saludos desde mi lejana galaxia.
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